El suizo Yves Rossy se convirtió en el primer hombre en atravesar el Canal de la Mancha, que separa Gran Bretaña con la Europa continental, volando con un ala propulsada con turbinas colocada en su espalda, como un pájaro.
El aficionado a los deportes de aventura saltó en caída libre de un avión a 2.500 metros de altura y encendió su ala impulsada por motores de propulsión a chorro, para luego y atravesar los 37 kilómetros que separan las islas británicas del continente europeo. Completó el recorrido en 12 minutos, a una velocidad de 190 kilómetros por hora.
El ala está fabricada con un compuesto de carbono ligero, con una peso de 55 kilos y no posee ningún sistema de dirección: Yves Rossy usó su cabeza y su espalda para controlar sus movimientos. Equipado con un traje especial, casco y parapente, Yves Rossy tomó muchas precauciones para protegerse de las cuatro turbinas, colocadas a centímetros de su cuerpo.
Poco antes de descender en una pista aérea cerca de la margen oriental del Lago de Ginebra, Rossy, amante de los deportes extremos, saltó de una avioneta a 2.300 metros de altura, descendió primero en caída libre, desplegó las alas rígidas de 2,5 metros de envergadura que llevaba en la espalda, siguió con un planeo suave y luego encendió las cuatro turbinas para acelerar hasta 300 kilómetros por hora ante un grupo de espectadores en el pico de una montaña.
El ala está fabricada con un compuesto de carbono ligero, con una peso de 55 kilos y no posee ningún sistema de dirección: Yves Rossy usó su cabeza y su espalda para controlar sus movimientos. Equipado con un traje especial, casco y parapente, Yves Rossy tomó muchas precauciones para protegerse de las cuatro turbinas, colocadas a centímetros de su cuerpo.
Poco antes de descender en una pista aérea cerca de la margen oriental del Lago de Ginebra, Rossy, amante de los deportes extremos, saltó de una avioneta a 2.300 metros de altura, descendió primero en caída libre, desplegó las alas rígidas de 2,5 metros de envergadura que llevaba en la espalda, siguió con un planeo suave y luego encendió las cuatro turbinas para acelerar hasta 300 kilómetros por hora ante un grupo de espectadores en el pico de una montaña.
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